PERIODISTA ESPAÑOL HACE REVELACIONES IMPORTANTES SOBRE EDUARDO RÓZSA
Rózsa junto a otros mercenarios cuando formó una brigada internacional para apoyar a Croacia en la guerra secesionista
(ASC – Noticias) 20 – julio – 09
Tomado de JLQ-ABI
“De la que se libró Bolivia”; detuvieron a Rósza “poquito antes” de desatar una carnicería: (corresponsal español de guerra)
El periodista español Julio César Alonso, un corresponsal de guerra, mostró los objetivos de destrucción y creación de una guerra civil en Bolivia que traía en sus maletas el terrorista boliviano-húngaro-croata Eduardo Rosza Flores cuando vino al país.
El periodista español, Julio César Alonso, especializado en situaciones de conflicto armado en Europa en los últimos 30 años, consideró que Bolivia se libró de una guerra civil antecedida por una ola terrorista de consecuencias impredecibles cuando su policía desbarató en abril pasado, en un hotel de Santa Cruz a la célula de milicianos europeos comandada por el boliviano croata Eduardo Rózsa Flores, frenado poco antes de desatar una carnicería en el país.
“De lo que se ha librado Bolivia”, afirmó Alonso que sigue los pasos de Rózsa Flores desde principios de los ’90, entrevistado en la privada red televisiva Uno.
Este corresponsal de guerra, uno de los contados sobrevivientes de una pléyade de bizarros periodistas europeos dedicada a cubrir los conflictos desatados en los últimos años en Oriente Medio, Europa y África de las razzias y conocida como “La Tribu”, dijo que la célula de milicianos europeos articulada por Rózsa Flores se retiró aquella noche del 16 de abril pasado, cuando fue interceptada por la Policía de Bolivia, al descanso que precede al comienzo del terror.
“Yo creo que quedaba muy poquito. Estábamos en el tiempo en que, sobre todo, los especialistas se retiran (por unos momentos y por táctica del epicentro de sus acciones), el jefe con sus cinco se quedaban, las armas ya las tendrían, los grupos (al acecho) y, se entró en ese momento en que tuvieran incapacidad de reacción”, dijo.
El cronista de guerra, que cubrió los conflictos interétnicos e interreligiosos en los Balcanes, a principios de la década pasada, además de enfrentamientos en Africa y Centroamérica anteriores, dijo, conocedor de los alcances y escrúpulos de Rózsa Flores, que este miliciano montaba una “guerra civil” en Bolivia y que “los muertos” habría de ponerlos el país.
Los “chavales más jóvenes de Santa Cruz, los locales, iban a servir de carne de cañón”, hizo notar. “Si ese grupo estaba aquí, aquí iba a haber una guerra civil, porque ese grupo es especialista en montar guerras civiles y las víctimas iban a ser incluso los que se creían o los que se creyeran en un momento dado al lado de Rozsa Flores”, dijo este hombre a punto de enterar los 50 años, 30 de los cuales se los ha pasado entre cañones, tanques, coches bomba y muertos regados por las calles.
Los dichos de Alonso retrotrajeron las afirmaciones del comandante de la Policía boliviano, Víctor Hugo Escóbar y del viceministro de Interiores, Marcos Farfán, que apenas desarticulada la banda de milicianos, el 16 de abril pasado en el Hotel Las Américas de Santa Cruz, revelaron planes de Rózsa Flores para asesinar al prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, entre otros.
Conocedor al dedillo del croata boliviano, el periodista español estimó que Rózsa Flores abatido en un choque armado con la Policía local junto al rumano Mangyarosi Arpad y el irlandés Michael Martin “había llegado a degenerar tanto que se había convertido en una especie de Mussolini loco con una mezcla entre el islam y el cristianismo”, con un obsesión patológica por superioridad de la raza blanca, es decir un convencido del darwinismo social que empujó en Europa, el siglo XX, el genocidio de millones de judíos a manos del régimen nazi de Adolf Hitler.
Fundado en las experiencias traumáticas que dejó para su país el 11 de marzo de 2002, cifrado como el “11-M” en Europa, cuando terroristas islamistas volaron estaciones del metro en Madrid, “poco menos que aplaudió la acción de la Policía boliviana, sobre todo dados los antecedentes de Rózsa Flores.
“Yo voy a poner un ejemplo. El 11 M, en España. Terrorismo islámico y cientos de muertos en las estaciones de ferrocarriles. Se localiza a la célula terrorista. Se les sitia en un edificio, en una urbanización que, afortunadamente, se logró evacuar. Cuando entraron los policías españoles y vieron lo que se les venía encima tuvieron que salir corriendo. Murió uno. El edificio se vino abajo (preñado de explosivos) y los terroristas se inmolaron”, resumió.
Alonso dijo que el Hotel Las Américas corrió al filo de la navaja y que, fundado en la experiencia del M-11 pudo haber quedado reducido a ruinas si Rózsa Flores alcanzaba a activar los explosivos que solía llevar encima, invariablemente.
El análisis de Alonso, que entrevistó varias veces a Rózsa Flores en la guerra secesionista de la ex Yugoslavia, una de ellas a costa de su propia vida, retrotrajo las declaraciones de, entre otros, el presidente del Senado boliviano, el opositor Oscar Ortiz, que llegó a calificar de asesinato la muerte del boliviano croata, un hombre que acostumbraba a dormir, literalmente, sobre explosivos y metralletas.
“Vamos a ver qué prefiere la gente en este país o en cualquier otro país. Que mueran tres personas que venían a organizar una guerra o que mueran diez policías y veamos a sus niños y a sus viudas ir a llorar al entierro. Qué queremos, tres muertos ó 25”, reflexionó.
Consideró que el accionar de los policías bolivianos fue el correcto.
“En ese nivel de enfrentamiento que hubo (en el Hotel Las Américas) fue porque la unidad de policías que demostró estar bien preparada para enfrentarse a esta gente”, fogueda en ese tipo de imprevistos y sin escrúpulo para volar por los aires a todo y todos los que se pusieran enfrente, dijo.
“Claro que a lo que se iba a enfrentar no era a cinco jóvenes. Era a cinco señores que, entre otras cosas y eso lo pueden constatar que, cuando se averigua a Rózsa Flores, lo primero que averiguarían que Rósza Flores dormía siempre con explosivos, con armas en su cuarto. Siempre”, precisó.
El cabecilla del nido terrorista “frenado a tiempo” era, en concepto de Alonso, un especialista en movimientos de repliegue.
“Rózsa Flores siempre se había escapado de emboscadas de policías que querían detenerlo por criminal. Siempre se había escapado y siempre se había llevado gente por delante. A lo mejor el Hotel las Américas ahora sería una ruina”, insistió, al tiempo de plantear una analogía extractada de su experiencia: “en España se vino abajo un edificio y eran cinco terroristas”.
Lejos del dossier de la investigación que sustancia el fiscal Marcelo Soza, vapuleado por autoridades y líderes civiles de Santa Cruz, que pujan por una declinatoria de jurisdicción para tratar el caso en casa, el cronista barruntó que Rózsa Flores pudo haber caído como producto de una delación de quienes lo contrataron sin conocer, con precisión, el peligro que importaban.
“A lo mejor alguien pensó que empezaba a ser muy peligroso”, especuló Alonso al plantearse otras incógnitas que, por lo revelado por la investigación, están lejos de ser despejadas.
“Es muy sospechoso también que sólo hayan pillado a cinco, cuando los grupos de mercenarios se mueven” en grupos pequeños pero indisolubles. “Yo creo que los mercenarios, es decir los mercenarios preparan una acción, se entrenan, se retiran y, una vez que se les da la señal ya se entra a sangre y fuego”, refirió el periodista autorizado su experiencia.
“Creo que hay otra cosa en el caso boliviano. Rózsa Flores no era tonto y contemplaba la opción de que quien le hubiese contratado le traicionara”, remató Alonso.
Rózsa Flores tenía previsto nuclear en Santa Cruz un batallón de 100 mercenarios europeos avezados para desatar la guerra, dijo en arreglo a sus investigaciones ulteriores a la muerte en Santa Cruz del mercenario y sus lugartenientes.
“Aquí tendrían que haber llegado unos 100 mercenarios, más o menos. Se calcula que es lo que siempre se han movido”, calculó.
Fundados en informes proporcionados por un integrante de la banda que cobijó a Rózsa y sus milicianos, en algún momento de las preparaciones de los atentados, Ignacio Villa, codificado como “El Viejo”, los investigadores bolivianos establecieron que el miliciano jefe trajo a Bolivia al eslovaco Ivan Pistoucak y a los húngaros Tibor Révézs, Daniel Gaspar y Tamas Lagos Nagy.
Alonso reveló que Rózsa Flores envió, en marzo pasado a sus camaradas en Budapest, dos dos vídeos que contienen información sobre cómo llegó a Bolivia y quién o quiénes lo contrataron.
“Rozsa Flores, en el mes de marzo, envió dos vídeos que todavía no se han visto y que todavía no se podrán ver hasta octubre. En esos vídeos se supone que Rózsa Flores cuenta que en caso de su muerte y además por lo que se ven en esos vídeos que están en castellano, quién cómo y dónde le contrataron”.
En una suerte de huida de las ratas, empresarios y personajes bien vinculados en Santa Cruz, se mandaron a cambiar apenas el fiscal Soza puso en marcha la maquinaria de la investigación.
Del país ha desaparecido, literalmente, Hugo Achá Melgar, todo hace presumir cajero del grupo de mercenarios. En la lista de imputados están el dirigente de fútbol Carlos Guillén, Luis Hurtado Vaca, Lorgio Balcázar, Alejandro Melgar, Enrqiue Vaca Pedraza.
Basado en las testificaciones del húngaro Elöd Toasó y del también boliviano húngaro croata, Mario Tadic, un ex militar nacido en Cochabamba, ambos apresados en la operación policial de mediados de abril en Santa Cruz, además de dos suministradores de armas al grupo de Rózsa Flores, Carlos Bruno Gueder y el paraguayo Alcides Mendoza, Soza ha llamado a declarar, entre otros a Guido Náyar, vicepresidente del fiero opositor al presidente Evo Morales, el político empresarial Comité Pro Santa Cruz,, que fundado en un recurso de interposición de jurisdicción resiste los llamados del fiscal cabeza de la indagación.
También al próspero empresario sojero Branko Marinkovic, sobre quien recaen sospechas de haber desembolsado 200.000 dólares para importar a Santa Cruz la célula de milicianos.
En la mira de Soza están, asimismo, un tal Kudelka y Pedro Yovío.
En el entrecejo de la pesquisa están responsables y encargados de las Feria Exposición de Santa Cruz y de la privada Cooperativa de Teléfonos de Santa Cruz, en cuyos almacenes la Policía halló un arsenal de guerra, entre ametralladoras, fusiles de alta precisión y un explosivos de alto poder destructivo fabricado principalmente en Europa, C4, hecho a la medida para perpetrar atentados como los sufridos por el cardenal boliviano Eduardo Terrazas, el 14 de abril último, y el actual viceministro de Autonomías, Saúl Avalos, cuyo domicilio en Santa Cruz sufrió en los últimos meses tres atentados con explosivos.
A tiempo de lamentar que esos vídeos con información crucial para terminar de desvelar un plan que apuntaba a la secesión de Santa Cruz, puedan ser vistos recién en octubre, Alonso planteó sus dudas “por qué tendrían que ser bolivianos los que le han (a Rózsa Flores ) contratado para matar a otros bolivianos”.
“Romper puentes, volar escuelas, a lo mejor existe una tercera vía que saca beneficio de la guerra, muchas empresas, muchos países” que podrían haberse beneficiado con una guerra civil en Bolivia.
El corresponsal de guerra español dijo tener información suficientemente verificada que Rózsa Flores comprometió, en Europa, envíos de armas para la guerra de Bolivia.
“Nosotros hemos descubierto en Hungría y en Croacia una petición de armas de Rózsa Flores, en el caso de que les fallaran las armas aquí”, aseguró.
El mercenario, descrito como un sicópata y fundamentalista, encargó –se desconoce a nombre de quién y con el financiamiento de quiénes- unos lanza granadas y “mucho C-4”, desveló una vez más.
“Pedían RPG, que son lanza granadas, pero también pedían cañones y mucho C4”, relievó.
Alonso denunció que Rózsa Flores “iba a contar en una película, con imágenes reales, cómo se montaba una guerra y esa guerra se iba a montar aquí y los muertos y la sangre iba a ser de aquí y los muertos no iban a ser de un lado e iba a ser de todo”.
El miliciano hijo de croata y boliviana, con diversas militancias políticas y credos religiosos, desde la izquierda hasta la ultraderecha, desde el catolicismo más exacerbado hasta el islamismo fundamentalista, operaba en escenarios de guerra por dinero.
“Rózsa Flores comenzó a luchar por una causa, hay otros, y yo los respeto, que dicen que era un idealista, pero terminó peleando por dinero”, puntualizó Alonso.
En una declaración a una televisora húngara, verificada en octubre pasado, antes de partir a Bolivia, Rózsa Flores declaró que su cometido tenía relación con la “liberación” de Santa Cruz y que llegaba “a la jungla boliviana no para jugar al Che Guevara”.
“En Hungría le pagaban. El tenía su base en Hungría. Eduardo Rózsa Flores no era la gran cabeza de los mercenarios. La gran cabeza de los mercenarios en Europa es un coronel que se llama Jila Atila, que es un coronel húngaro que fue a vivir a Croacia, que está perseguido ya por el Tribunal Penal Internacional y que tiene órdenes de búsqueda y captura en varios países y que ha participado en, por ejemplo, la guerra del Congo, la guerra de Uganda, sino me equivoco también estuvo en la guerra de Sierra Leona y siempre por intereses espurios como es el dinero”, describió Alonso antes de desmenuzar las andaduras de los lugartenientes del cabecilla del nido de criminales instalado en el país, como la ideología internacional que lo motoriza.
“Ellos tenían un lema, primero ser fuertes, después tener razón. Los mercenarios vienen de aparatos de seguridad del Estado. Son gente que se da la vuelta y que después de haber trabajado para los servicios secretos de su país o haber trabajado para el Ejército de su país se dan cuenta que ganan mucho más dinero” como milicianos. Un mercenario no suele solamente trabajar por dinero, viene por el botín. Estos mercenarios cuando llegaban a Croacia tenían derecho a parte de lo que le pagasen y a todo lo que pudiese robar era suyo. Los mercenarios, si nos fijamos en las guerras africanas, lo primero que atacan son los bancos, vacían los bancos, vacían las joyerías y ésa esa como su paga”, narró Alonso.
El periodista español advirtió sobre las consecuencias impredecibles que desencadena una guerra del tipo que se quería montar en Bolivia.
“Una guerra que dura más de un mes, dos meses, no se para en menos de seis meses, un año, es decir son cálculos de Naciones Unidas”, sostuvo.
También se adentró en los esquemas mentales que maneja esa gente que vive de la muerte. “El grito de guerra de ellos era ‘mi puta madre’. Ellos llegan a desentenderse hasta de la familia. Es decir si tú eres capaz de insultar a tu madre, tú eres capaz de comerte el mundo, eres capaz de comerte a un niño, y así se forman los mercenarios y ésa es la moral del mercenario”, puso en el tapete el periodista que parecía devolverle vida a la investigación que a media marcha llevan adelante Soza y una comisión multipartidaria de Diputados.
Contó que después de entrevistar a Rózsa en la guerra de los Balcanes, este mismo ordenó el asesinato de Alonso.
“Unos días después de filmarlo tuve que abandonar Croacia, sobre todo porque me intentó matar. Contrató a dos personas en un coche. Me libré por otro mercenario, un mercenario francés que conducía ambulancias. Se dio cuenta de la maniobra, desarmó a los dos soldados de Rózsa Flores y les dijo que qué hacían. Dijeron que no, que tenían la orden de asesinarme. Era el último que quedaba”, extrajo de sus memorias.
Rózsa asesinó por propia mano, primero “al periodista Cristiam Batemberg, que era un periodista suizo que intenta investigar cómo se financia Rózsa Flores, porque a Rózsa Flores le llegaban soldados de Francia, de Inglaterra y de Alemania, todos de organizaciones de ultraderecha y recibía dinero del tráfico de armas y de heroína”, mantuvo.
“Mató a este periodista, además lo mataron torturándolo, primero, y después estrangulándolo. Intentaron camuflarlo como si fuera un incidente bélico pero en las guerras nunca se estrangula, se degüella y se mata a pistola, mas nunca se estrangula, y en esa guerra menos, donde los serbios utilizaron unos cuchillos que tienen una punta especial para degollar y que además el degüello infunde mucho más terror que un estrangulamiento”, describió.
El segundo periodista muerto a manos de Rózsa Flores fue “un fotógrafo inglés que recibió un tiro en la nuca” sólo por haber comprobado un estrangulamiento, excluido de los códigos de guerra internacionales, informó.
Sobre Mangyarosy complementó que pertenecía “a una minoría húngara que entre otras cosas, -y él lo cantaba en sus canciones-lo que pretenden es haber jabón con los rumanos”.
“Habría que recordarlo, hubo en la historia un señor que se llamaba Hitler y que intentó hacer jabón con los judíos. Ese era Mangyarosy, era un chico joven, pero la edad buena de un mercenario es de 19 a 27 años, a esa edad se les forma, se les lleva a su primera guerra”, narró.
Dijo que Mangyarosi “era un mercenario incipiente”, que le gustaba disparar y, por lo que se ve tenía buena puntería, según nos han contado en Hungría. Era un francotirador y un joven que le gustaba demostrar que la raza blanca era superior. Para ellos su raza húngara era la que de verdad tiene la sangre de la raza blanca. Una de las especialidades del irlandés era cómo eliminar a los enemigos silenciosamente”.
El periodista español volvió a la actualidad un tema que, producto de la presión mediática fue descalificado de la mesa de investigaciones después que el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, denunciara a un grupo de jóvenes y no tanto que practicaban un dizqué, deporte, conocido como “pintball”, que consiste en movimientos de guerra con artefactos que lanzan bolillos de caré pero que afinan, en todo caso, la puntería.
Mangyarosi “trabajaba en seguridad y tenía relación con una cosa que se ha puesto de moda en todo el mundo, que son los juegos de guerra. Entonces, una de las visiones de este señor era localizar los campos de entrenamiento que son los mismos que se utilizan en los campos de guerra y, pues, este señor, que había trabajado en un campo, ya cuando viajó a Bolivia tenía información de qué campos había” en el país andino, reveló.
Sobre Elöd Tóaso, describió a un informático, clave para la información, comunicaciones y activación de explosivos en tipos de guerra como la que se había planteado para Bolivia.
“El es informático. En la guerra, internet se ha convertido en un arma sobre todo en comunicación, para recibir asesoramiento exterior. Si se busca esas palabras en internet te vas a empezar a bajar de cómo, por ejemplo, envenenar con una cerilla.
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