- Ante el desempleo galopante que sufre el departamento no hay otra que “subirse” al carro autonómico con tal de tener una pega “estable”, aunque para ello haya que repetir el credo autonomista que piden los cívicos, apoyar las campañas, mostrar adhesión fanática y firmar los libros que sean.
- Lo más grave es que la prefectura cobija y financia a ultras que forman grupos de choque para reprimir sectores sociales que se oponen a los cívicos como ya se ha dado en el Plan Tres Mil, yendo a provincias, como ahora en el bloqueo del Chaco y otras zonas del departamento, y hasta los exporta llevando el terror al Beni, a Pando y otros departamentos.
(ASC-Noticias) 8-Septiembre-08
Por Valentina Pérez
En su momento, el estandarte para promover la búsqueda de la autonomía departamental, idea que tanto ha impactado en la población gracias a la manipulación mediática, ha sido la seguridad de que serviría para un manejo más adecuado, eficiente y transparente de las instituciones estatales y los intereses regionales. Sin embargo, el actual manejo de la prefectura cruceña, anticipo de lo que será la autonomía, deja mucho que desear.
En la prefectura la planificación está coja (con un POA y planes de desarrollo totalmente retrasados), hay un manejo hermético pues no hay organizaciones que hagan verdadero control sobre ella, más bien todo lo copan los cívicos y sus clientes que hacen de la vista gorda frente a las irregularidades. El “control social” no funciona, al mando de Martha Lazo, supuesta dirigente de los artesanos, que trata a Costas como “Rubencito” y se muestra como la cívica más radical, ¡qué cosa se puede controlar! Se enriquece y deja que roben. En la nueva administración los males de la vieja, supuestamente a ser superados por la varita mágica de la autonomía, se reproducen y multiplican vigorosamente. Pero además prosperan visiones racistas y represivas y visiones reales de desarrollo están ausentes.
Sin embargo, lo que más ha preocupado a los autonomistas es la decoración del edificio de la exCordecruz, convertido en sede de la “nueva gobernación”, donde predomina el color verde y el blanco hasta empalagar y los cuadros de personajes históricos, todo como un conjunto simbólico al que se aferran los cívicos como amuleto en medio de su inseguridad (es similar en la alcaldía cruceña y las cooperativas). Otro fenómeno que se advierte es el florecimiento del culto a la personalidad en torno a las figuras de Costas, Dabdoub y Aguilera, casi endiosados.
La entidad se halla ligada a las logias cívicas y a las cooperativas racistas, por eso en ella la discriminación es ley. Se busca fomentar la “identidad cruceña” como sea, se ve con sospecha y desprecio a cualquier “colla” y con simpatía a otro más o menos blanco o que se reconozca como “camba”. Hasta se ha impuesto como uniforme la “camisa chiquitana”, una camisa común blanca o verde con adornos nativos y el escudo cruceño bordado
Pero en la prefectura, en el caso del manejo de los recursos humanos disimuladamente se ha creado un gran aparato de apoyo a las movilizaciones cívicas, que en las circunstancias actuales, de convulsiva y permanente agitación, significa gasto creciente. Entonces el “movimiento autonomista” es un monstruo devora cargos, y es patético ver cómo en las instalaciones de la Prefectura no cabe ni un alfiler de lo lleno que está de gente reclutada sin tener los mínimos requerimientos y que no sabe qué hacer. Es que ante el desempleo galopante que sufre el departamento una buena solución es “subirse” al carro autonómico con tal de tener una pega “estable”, aunque para ello haya que repetir el credo autonomista que piden los cívicos, apoyar las campañas, mostrar adhesión fanática y firmar los libros que sean, pero también hay que tener cuidado porque cualquier desmarque es sospechoso y a la mayoría el terror le hace temblar porque en el fondo la gente no está imbuida de un ideal sino que busca mantener la pega como sea. Así un funcionario prefectural es un verdadero esclavo, pero no precisamente por tener que cumplir a fondo las funciones correspondientes a cierto nivel y capacidad sino porque debe ir obligatoriamente a las campañas, cabildos y cualquier otro acto, incluso después de su horario normal de trabajo sumando a veces cuatro horas más, y todo para gritar consignas autonomistas hasta el cansancio y agitar banderas. En medio de todo ello los proyectos de modernización administrativa sólo son saludos a la bandera.
Lo más grave es que la “gobernación” cobija y financia a ultras que forman grupos de choque para reprimir sectores sociales que se oponen a los cívicos como ya se ha dado en el Plan Tres Mil, yendo a provincias, como ahora en el bloqueo del Chaco y otras zonas del departamento, y hasta los exporta llevando el terror al Beni, a Pando y otros departamentos. Estas tareas antidemocráticas le cuestan al pueblo, no es gratis. Mientras tanto las obras en provincias, de las que tanto se hace gala en la TV, no hay, aunque los spots televisivos digan lo contrario. El afán propagandístico es evitar mayores críticas de la población haciendo creer que si bien la prefectura no hace nada en la capital, está esmerándose en las provincias llevando obras, que los mismos dirigentes campesinos confirman que no existen por eso comunarios en las provincias del norte cruceño y otras se ven empujados a protestar para presionar y obligar al prefecto y su séquito a cumplir las compromisos firmados para tendido de electricidad, caminos, pozos, etc.
En cualquier entidad una situación así no puede ser sostenible en el tiempo pues tener un aparato grande pero inoperante de gente ingresada por la ventana es un lastre para su funcionamiento. Pero, ¡horror!, se sigue ampliando, porque para sostenerse no hay otra que hacer movilizaciones, bloqueos y otros eventos y para lograr eso con éxito el expediente fácil es ofrecer pegas y entregar plata. Esto prueba de que los autonomistas siguen con las prácticas de la politiquería y no pueden generar un efectivo y militante apoyo de la población.
Actualmente la política prefectural es neoliberal, predomina la terciarización para engordar a los fraternos, formando bolsas de empresas y seguidores a los que les chorrean recursos de la entidad. No en vano Pedro Yobio, dirigente de los empresarios, ha declarado que apoyan la lucha por el IDH porque de esos recursos viven. En la prefectura, contrato aquí y allá son para favorecer a privados y además se han terciarizado servicios como la ventanilla única de trámites, los trabajos de limpieza, la electrificación en provincias, realizada en alianza con la CRE, y otros. El mismo método se da en la alcaldía cruceña y curiosamente en las principales cooperativas controladas por las logias que son cada vez menos sociales y más privadas.
La prefectura cruceña para los cívicos y los politiqueros siempre fue pieza apetecible y por eso en el pasado la negociaban con los gobiernos de turno (principalmente de la ADN y el MIR) y también cuando había Cordecruz, por ser importantes fuente de poder y dinero, no olvidar cómo se farrearon los recursos de Findesa. En esos momentos los Matcovick, los Justiniano y otros no eran autonomistas fanáticos como hoy, pero ya eran racistas. Pero ahora, cuando supuestamente se hace “autonomía al andar”, cuando el control de la cosa es más directo y además hay más recursos que nunca, la prefectura está peor, se ha vuelto piedra libre, lo que es preocupante. Como respuesta alguno puede decir que la Contraloría revelará estos males. Puede ser, pero ¿cuándo?, y ¿no será como ahora para que se rían los fanáticos e impongan el silencio a golpes?
Si hacemos una evaluación de la situación cruceña ¿acaso en Santa Cruz, las entidades públicas que gozan de autonomía (alcaldías y universidad), se destacan por su eficiencia y transparencia, acaso la población participa y está contenta con su funcionamiento? No, y las cosas están peor. En base a eso se puede decir que el pedido de autonomía, encarnado por cívicos e instituciones dominadas por logias antidemocráticas, no es precisamente para impulsar un proceso positivo sino para que siga el cáncer de la corrupción y la prefectura cruceña ya es un adelanto dramático de eso y por ello el pronóstico para la autonomía no es bueno. Pero además hay que considerar que cambios administrativos como el de la autonomía no resuelven el problema estructural de la realidad boliviana signada por un atraso histórico que la clase dominante no ha podido resolver.
Los cívicos aseguran que el centralismo absorbente sería la causa de todos los males, lo que, como vemos, sólo es un pretexto para seguir con las mismas prácticas de antes. Actualmente, de esta forma, estamos perdiendo el tiempo. No queda para Bolivia, y por supuesto para Santa Cruz, otra cosa que hacer sino una verdadera revolución y no esta farsa que también los Costas y los Dabdoub quieren llamar así. La verdadera revolución de esta época capitalista sólo puede ser antiburguesa, por lo tanto distinta a las propuestas del MAS y los cívicos que sólo juegan al gato y al ratón.
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