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ASC Noticias - Reflejando la Verdad

DE LA PATRIA EN SU DÍA

DE LA PATRIA EN SU DÍA
De como los senadores de Podemos tocaron la puerta de la Casa de la Libertad y paradójicamente, como una especie de fallo histórico, nadie les abrió.

(ASC-Noticias) 10 - agosto - 2008

Por Claudia Peña Claros

Habrán volado en primera clase para llegar a Sucre, y habrán llegado hasta la plaza (aquella plaza de los indios de la patria vejada, sí) con sus ternos oscuros, en alto la cabeza y el orgullo, ellos. Era de mañana y la mañana les era propicia.

Todo debe haber estado planificado según protocolo: los saludos, los discursos, el orden de los insignes alrededor de aquella mesa. Frente a ellos estarían los invitados, también distinguidos, trajeados comidos, descansados. Habrán estado pensando en la foto, en la rabia de aquél que no fue invitado.

Tras de los ilustres, hubieran estado enmarcados Bolívar y Sucre, los Libertadores, desde su morir de siglos, mirándoles las nucas perfumadas.

Despreocupados llegando en sus vagonetas de vidrios polarizados. Se abren las puertas y surgen, altaneros. Sus pasos livianos (medias de seda, trajes de lino), limpios cruzando la calle, alcanzando la acera.

La Casa de la Libertad (pero ya no había banderas quemadas ni rodillas morenas sobre ese pavimento) vetusta, incólume frente a ellos. Y se acercaron a la puerta, pero la puerta estaba cerrada. Miradas incómodas, se habrán preguntado cosas. Por qué persiste atrancada esta puerta si ya hemos llegado.

Gentil el gesto sobre la aldaba, golpeando suave la aldaba contra la madera, que nos abran. Tres golpes, y después el silencio. Grande el silencio que responde desde dentro, desde todos los cuartos, desde la fuente húmeda del patio, desde la sala con los retratos de los presidentes, desde la caja de cristal con el Acta de la Independencia, desde la vieja bandera rota, ensangrentada, y también desde los huesos, los delicados huesos de Juana.

Habrán utilizado sus celulares, preguntado nombres, inquirido responsabilidades. Habían vestido sus galas, redactado frases lindas (democracia tal vez, legalidad quizá, pero justicia no, eso no se dice), pero nadie les abrió.

Estupefactos condenados a esperar sobre la acera (tan cerca de las huellas de los insultos, de los golpes sobre los ultrajados), y después cargar su solemnidad hacia otro lado, donde les quisieran recibir.

Al día siguiente, un Mario Linares de nombre, dijo que nadie le había ordenado mantener aquella puerta cerrada. Dijo que según la Constitución, no se permite que sólo una fracción del Senado instale su sesión en ese edificio histórico, por considerarlo un símbolo de unidad nacional. “Cuando me hice cargo, hace tres años, me hicieron leer los estatutos y jurar su lealtad”, señaló el custodio.

No deben haberle creído los trajeados. Resentidos habrán pensado que se merecían estar. Porque se habían esforzado tanto, habían preparado tan bien todos los detalles.

Habían ido hasta la Casa, tocado la puerta, pero la Libertad no les quiso.

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