INSOPORTABLE Y VENENOSA HUMAREDA SOBRE SANTA CRUZ
* La “locomotora económica cruceña” deja su nocivo rastro en el cielo y el aire.
* Nadie advierte las consecuencias que tanta humareda significará para la salud pública en un futuro cercano.
* Pero a quién le importa si se tienen Fexpocruz, feriado, carnaval, hay medios enfermizos amantes de la lencería y predomina el lema empresarial neoliberal que dice “plata ahora, mañana qué importa”.
* Mientras el humo asfixia a los habitantes de la ciudad de los anillos los medios empresariales divulgan el pánico y la alarma pero por la llegada del presidente de Irán. ¿Y el humo? bien, gracias.
* Los cívicos gritan a la ciudad ¡Alerta, llega un dictador, un terrorista asesino que atropella a las mujeres! ¡vienen a anular la religión católica, a imponernos su religión! Pero en los campos, queman y queman pastizales y cañaverales, asfixiando a la gente, y se atreven a escriben poemas de amor que gritan “¡Como no quererte Santa Cruz!”.
(ASC-Noticias) 28-Septiembre-07
Por Marcelino Villarreal Marcelino_villareal@ascnoticias.com
La noche más contaminada de la historia.
Una insoportable y densa capa de humo cubrió los cielos de esta ciudad desde las últimas horas de la tarde del 26 de septiembre. Al promediar las seis, debido a que el humo era tan espeso, parecía que ya estaba anocheciendo y la respiración se hizo dificultosa. Los vecinos sentían como si alguien estuviera quemando un gran cúmulo de basura a las puertas de sus casas. A las ocho de la noche, la presencia del denso humo impedía la visibilidad y muchos conductores advirtiendo lo peligroso que resultaba conducir en esas condiciones se retiraron. No sólo era peligroso sino dañino estar a la intemperie o caminar cierto tiempo por las calles, sobre todo del centro de la ciudad, pues una intensa sensación de asfixia invadía a los viandantes, acompañada de irritación en la garganta, ardor intenso en los ojos y tos persistente. A pesar de ser una noche sin presencia de nubes en el cielo, la luna llena era un punto rojo casi imperceptible. Esta situación ha sobrepasado ya todo lo visto y tolerado hasta ahora. La de anoche ha sido la más contaminada en la historia de esta ciudad. Los más afectados fueron los niños, los ancianos y las personas que sufren afecciones cardiorespiratorias. Algunos ciudadanos testimonian que prácticamente no pudieron dormir hasta más o menos las 4 de la madrugada que fue cuando el humo comenzó a disiparse lentamente. Por la mañana la situación mejoró notablemente porque el viento del sur barrió algo el cielo, pero el humo aún persistía a consecuencia de quemas de cañaverales cosechados y pastizales para ganado en zonas más alejadas de la ciudad. La noche del 27 de septiembre la situación volvió a empeorar. La gente ha comentado sobre la humareda pero sin saber apuntar a los responsables, aunque los racistas, que precisamente son férreos defensores de los agropecuarios y sus prácticas criminales contra el medio ambiente, hacen correr el rumor, de manera subrepticia, que los responsables son los collas, los campesinos (léase masistas), los cocaleros y los sin tierra. ¡Esto sí que es bárbaro! Los medios hablan algo sobre el tema pero no intentan señalar siquiera cuáles son las causas, quién ha provocado estos incendios. Finalmente la causa de tanta polución sorpresiva se supo fue debido al incendio de pastizales en la cercana zona rural conocida como Colinas del Urubó. Se sospecha que el incendio fue provocado por ganaderos asentados en la zona para limpiar sus pastizales o por aquellos que están limpiando sus terrenos para levantar casas y lujosos chalets para alquilar. Sin embargo, desde el inicio de la zafra, porque es época de cosecha de los sembradíos de caña, el cielo de la ciudad está cubierto de una nube persistente de humo que tamiza los rayos del sol y todo el día pareciera que está amaneciendo. A eso se suma la costumbre diaria y bien arraigada en muchos ciudadanos incultos de quemar basura, hojas y ramas secas resultantes de la poda árboles que tienen en sus casas o sus veredas. Queman porque la alcaldía tampoco procede a recoger constantemente este tipo de residuos y ante la molestia de tenerlos en la puerta de su casa la gente prefiere quemarlos. Incluso, la semana pasada, se denunció que en una parte de la ciudad, algunos vecinos se dieron a la tarea de quemar neumáticos viejos que hay regados por todas las arterias de la ciudad y proliferan peligrosamente como seguros criaderos del mosquito del dengue. Pero las autoridades, en estos días, se preocupen más por embanderar las calles generando así más basura para que luego algún insensato la queme.
Otra vez la ausencia de autoridad y de civismo oculto detrás del amor al terruño
La prefectura y la alcaldía, autonomistas fanáticas que declaran su “amor a Santa Cruz” con costosísimas propagandas en los medios, hasta ahora no rinden un informe del impacto en la salud pública por tanta contaminación, no explican sus proyecciones, que de seguro serán serias, ni se han propuesto investigar para castigar a los responsables de los incendios forestales. A lo máximo que llegan es a repartir colirios y dar recetas para paliar los efectos fisiológicos de este desastre. Pero eso sí, para la noche del 23 de junio, conocida como la noche de San Juan, con mucha pose, salen haciendo campaña para que la gente no encienda fogatas. Sobre esta quemazón ¿por qué no dicen algo? Ah eso es mucho pedir, difícil que hagan o digan algo contra esta situación, porque las autoridades cruceñas, el propio Prefecto y otros, son grandes cañeros, ganaderos o son socios de estas actividades. Debido a que en el poder municipal y en la Prefectura están sus colegas, los agropecuarios se niegan, de manera seria y arrogante, a abandonar el barato método de limpiar sus tierras quemando los residuos de las cosechas o los pastizales viejos. Ante cualquier cosa que se les observe en ese sentido responden que se busca frenar a la locomotora del país, a un modelo productivo “exitoso”. Tal vez por eso Oscar Vargas, el corifeo de los empresarios en el Concejo Municipal, le dijo a Evo “no ataque nuestra forma de producir alimentos”. Prácticamente los que contaminan Santa Cruz tienen el poder y la ley para quedar impunes y hacer cargar con la culpa a los más débiles, al otro, al pequeño campesino miserable. Multiplíquese esta situación con miles y miles de hectáreas de sembradíos de caña y nuevos desmontes para este fin y para nuevo ganado y entonces tenemos un problema serio de salud pública y un acto criminal contra el medio ambiente de parte de los empresarios del agro. Desde el comienzo de la época de zafra en la región, la ciudad es víctima del humo generado por la quema de cañaverales y pastizales de propiedad en gran parte de empresarios dedicados al cultivo de la caña de azúcar y a la cría de ganado extensiva. La presencia de esta nociva nube sobre la ciudad y sus inmediaciones se manifiesta incluso cuando llueve. En las pocas precipitaciones pluviales que se registraron hace más o menos un mes, el agua que cayó era negra y sucia, mezclada con hollín y cenizas que se podían ver en el asfalto de las avenidas como una fina capa de espuma blanca. Es seguro, que esto también se verá en las primeras lluvias que lleguen, una vez pasada la temporada de sequía y de zafra. Es la lluvia ácida. Esta situación insalubre a la que es sometida anualmente la ciudad que se vanagloria de ser “pura como el ser de su gente” empezó a agravarse hace unos cuatro años, más o menos, con el “boom” del cultivo de la caña de azúcar destinada también a la producción de etanol y ahora para abastecer las demandas de biocombustible, la nueva mina de oro que va a holgar más la vida de estilo europeo de los cívicos agroempresarios dueños de esta ciudad. Cada año la situación empeora pues los sembradíos de caña crecen. Crece la frontera agrícola y crece la humareda. El amor y el apego por la tierra que los cívicos agropecuarios dicen profesar y, según proclaman, llevarlo hasta en los genes; no es más que el encubrimiento de una grosera depredación del medio ambiente y un apego a técnicas baratas de cosecha y siembra que terminarán por agotar en breve tiempo las tierras cultivables de la región, lo cual, a su vez, empujará la frontera agrícola más allá, hacia los bosques. Estos señores son los mismos que declaran sin empacho que se suman al nuevo negocio de los biocombustibles, impregnados de espíritu ecologista y avalados por la certificación verde de la explotación “sostenible de los bosques cruceños”. El ciudadano está indefenso, porque si de los cívicos y autoridades autonomistas no se espera nada, tampoco hay respuesta del gobierno central. Entonces ¿quién puede hacer respetar los derechos del ciudadano? ¿quién evitará los incendios? ¿quien sancionará a los responsables de provocarlos? ¿quién se movilizará para apagarlos? ¿quién será capaz de hacer que el Estado asuma la tarea de obligar a que se transforme y modernice la producción agrícola y que se abandone el minifundio y la actividad agrícola extensiva?¿el chapulín colorado o las fuerzas celestiales? ¡Ah! Pero eso sí, para lanzar proclamas en defensa de la “locomotora económica” boliviana no faltan las voces tanto de cívicos e incluso de masistas. De algún caso donde hayan sido sancionados siquiera mínimamente estos piromaniáticos nunca se ha sabido y mientras nos gobierne tanto canalla así seguirá la cosa.
El silencio de los medios amantes de la lencería y los escotes en la Fexpocruz
El control que los agropecuarios, pilar fundamental del movimiento cívico autonomista, han logrado sobre la vida cultural, intelectual e institucional de la sociedad cruceña es esencial para que la ciudad soporte estoicamente las venenosas nubes de humo del modelo productivo cruceño sin que hasta ahora surja un movimiento ciudadano auténtico que les ponga freno. En su lugar hay racistas canallas como Carlos Valverde, amigo y reinvindicador de cañeros y ganaderos que, ante la humareda del 26 de septiembre, acusó desde su programa en PAT, a los campesinos sin tierras, a los cocaleros y a los que “invaden el parque Madidi” como si la humareda que ahogó la ciudad esa noche proviniese de allí. Los medios empresariales, entre los cuales, algunos son de propiedad de familias de grandes agropecuarios como los Monasterios y los Kuljis, no informaron nada sobre la humareda. A pesar de tener equipos desplazados en la ciudad para transmitir al vivo, se dedicaron a cubrir los escotes, los desfiles de lencería y los traseros de las azafatas que dicen son la “sensación de la Feria Exposición”. Aparte de su acostumbrado marketing sobre el turismo sexual que ofrece la ciudad en septiembre, esa noche se dedicaron a esparcir la alarma mediática ante la llegada del presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad. Mientras la ciudad se asfixiaba, se dedicaron a generar rechazo contra el presidente iraní, igual como hicieron y dijeron con la llegada de los ponchos rojos el pasado 7 de agosto. De nuevo los medios buscaron sembrar terror mediático por la llegada de un “terrorista”. Pero del terrorismo ambiental que hacen sus dueños, ganaderos y cañeros, no dicen nada. Es que ellos no están para cosas tan elevadas como denunciar el daño al medio ambiente que produce la locomotora económica. ¡No!, ellos tienen que estar “donde la gente está”, y no les importa si para eso se abandona completamente la tarea investigativa y de orientación a la población, ni se canaliza el malestar de la ciudadanía contra este prepotente abuso del sector empresarial productor de humo pero monolíticamente ligado a la actividad agropecuaria. Ahí está lo que determina su chatura cívica y moral.
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